FERNANDO BAZETA
In dulce jubilo
jueves, 30 de mayo de 2019
jueves, 16 de octubre de 2014
PRINCIPIOS PERSONALIZADOS DE UNA
VISIÓN PAISAJISTA
Fernando Bazeta se ha convertido
en uno de los principales representantes de la temática relacional de la Ría de Bilbao, en su vertiente
obviamente industrial e intensamente urbana, al igual que lo están haciendo
otros creadores como Jesús María Lazkano, Luis Badosa e Iñaki Bilbao. En
cualquier caso, se trata de una apuesta representativa que ha sido abordada por
diferentes artistas desde el siglo XVIII con Luis Paret y Alcazar, para
encontrar el principal grueso creativo desde principios del siglo XX, con
Aurelio Arteta, quien había tendido a declamar diferentes lugares relacionados
con barrios obreros del Bilbao industrial, así como los trabajos de Clemente
Salazar Echevarría, Ricardo Gómez Gimeno, Adolfo Guiard, Ricardo Iñurria y
Alberto Arrue, entre otros.
La apuesta de todos estos pintores
se mueve en el marco de soportes representativos que articulan todo tipo de
estructuras referenciales, convirtiéndose en este caso el marco de la pintura
en un registro que aglutina una exquisita documentación sobre la transformación
espacio-temporal de la Ría
de Bilbao, aunque casi siempre encuadrada bajo la idiosincrasia urbana e
industrial. Desde principios del siglo XX, numerosos creadores han abogado por
un compromiso pictórico-documental, que ha servido como receptor de aquellos
momentos y espacios más relevantes de este devenir
industrial, fenómeno ya anteriormente acometido por Adorno y Horkheimer, de
ahí que no sólo la pintura nos sirva como preámbulo de eclosiones ideológicas,
emocionales y autobiográficas, sino que a su vez se valore como premisa de
documentación y diagnóstico verídico y legítimo de la realidad circundante. Su
valor como introspección histórica queda suficientemente demostrado en su
validez referencial, siendo este el trabajo que articula el profesor de Bellas
Artes Fernando Bazeta.
Por otra parte, este artista no
ha querido que la Ría
de Bilbao sea un simple mediador para un soporte urbano e industrial, ya que su
principal envite estético se centra en reivindicar el propio espacio fluvial
como el único protagonista, ya que la ría es el único agente que continúa y
permanece bajo su incansable ciclo natural, asumiendo la intemporalidad que la
propia naturaleza le ha otorgado, mientras que las cimentaciones que la rodean
son las que se sumergen en la inevitable variabilidad perceptiva, en otras
palabras, lo que contornea el marco fluvial sirve como contenido y subterfugio
de un cúmulo de imparables transformaciones temporales, siendo traducidas desde
sus apariencias más derruidas hasta la creación de espacios acordes con el
propio proceso de modernización de la sociedad del siglo XXI.
La apuesta pictórica de Fernando
Bazeta se orienta hacia una estipulación de neutralidad axiológica, hacia una formalización
de intermediario relativo entre una realidad latente y la materialización de
una composición artística, de ahí que su producción no se remita a
consideraciones estéticas desde una redundancia cromática ni formal, sino que
se aboga por una plasmación en base a una visión real y direccionada por disposiciones
lumínicas existentes en la realidad que contempla el propio artista, pero sin
olvidar que dicha consideración lumínica y, por ende, cromática llega a
resultar tan variada como la abarcabilidad de la apetencia visual y anímica. En
el uso de las tonalidades cromáticas observamos una incesante inclinación hacia
los grises atmosféricos en horizontes que difuminan los detalles lejanos, pero
sin eliminar el objeto presencial, recordando las aportaciones pictóricas de Pisarro
en sus vistas del puerto de Rouen, así como la recreación de una paleta de ocres
propia de Gustave Courbet y Albert Marquet. En este sentido, si algo referencia
la producción de paisajes industriales de este bilbaíno sería la dilatada
utilización de ocres y grises en unas instantáneas, que por cierto disipan toda
presencia humana, a excepción de vehículos dirigidos por conductores invisibles
para nuestros ojos. Si su obra invierte las premisas cromáticas de Richard
Estes, por otro lado, se aproximan en su negación a toda presencia humana, pero
siendo conscientes que a pesar de su impugnación a distraerse en siluetas
humanas, todo rezuma a esta presencia por el momento no concurrente.
El juego articulador entre
referencia paisajista y disposición subjetiva empleada por los artistas a la
hora de fomentar la propia representación se mueve en un terreno ampliamente
extendido, que se impregna desde el extremo de las premisas más hiperrealistas
hasta de las procedentes que se aproximan a la recreación abstracta, pero que
disponen de pequeños atisbos referenciales. Cada faceta es un marco
determinante de cómo se puede llegar a plasmar la misma realidad, pero mediante
una combinación contemplativa y materializadora totalmente distante. Aunque el
marco sea el mismo y la existencia de dicho espacio sea análoga para
cualquiera, nos encontramos con una asimilación y reinterpretación totalmente
personalizada, lo que conlleva que dicha realidad aparentemente equivalente
para todos se vea descompuesta en miríadas de articulaciones cromáticas,
espacio-temporales y disposiciones formales que las pueden hacer absolutamente
distantes unas de otras. Retomando ciertas ideas romanticistas de Goethe y Carl
Gustav Carus, el arquetipo como fuente inicial de la naturaleza en su
representación se descompone en un nutrido grupo de articulaciones particulares
y esto mismo es lo que ocurre con la propia visión de un paisaje, potenciándose
propuestas diametralmente distantes durante el curso de la creación artística,
aunque esta proceda del mismo germen.
Dentro de esta temática centrada
en el marco espacial de la Ría
de Bilbao, Fernando Bazeta ha generado todo tipo de enfoques desde los más
conocidos hasta los ángulos más representativos del espíritu finalizado de la
industrialización vizcaína, pasando por ubicaciones que registran perfectamente
los procesos de reconversión, transformación y potenciación del sector
terciario bilbaíno, ya que como bien vino a comentar Georges Clemenceau: el progreso consiste en el cambio.
Iñigo Sarriugarte
Profesor Historia del Arte - UPV
Pablo's Sala de Arte. C/ Canga Argüelles, 26. Diciembre 2010 y enero 2011
Empecemos por Fernando Bazeta, catedrático de la Universidad de Vitoria que alterna sus quehaceres docentes con la pintura. Nos ofrece una serie de vistas de Gijón, pintadas al óleo sobre tabla entelada o sobre papel Fabriano pegado sobre tabla.
Este pintor posee una técnica depurada, sabe empastar, se expresa muy bien a través del color, domina cielos y sus reflejos en el agua, difumina edificios en la lejanía o escondidos entre la niebla, le encantan las luces de tormenta y las aceras mojadas por la lluvia. Y ofrece panorámicas nuevas sobre Gijón con una mirada de gran angular, si utilizamos el lenguaje de la fotografía, que llega lejos y engrandece la ciudad. Aquí, Gijón parece Los Ángeles o Nueva York, si no fuera por los rascacielos de la gran manzana. Vistas de mucha profundidad, con variados términos, lo que permite al autor plasmar luces diversas y asentar sombras comparativas.
Pocas veces cierra la perspectiva con algún motivo pintoresco, como hace en la cuesta del Cholo. No se fija en los monumentos escultóricos de la ciudad, diluye el «Elogio» de Chillida, apenas da un toque a las chapas de Fernando Alba, elude «Nordeste» de Vaquero. También retrata la ría de Avilés y alguna de sus instalaciones industriales ya en decadencia o a punto de ser derribadas.
Entra así en la nostalgia de unas vidas y situaciones que han dejado una huella en la memoria pero empiezan a desaparecer de la vida real. Le toma el pintor el pulso a esta Asturias de nuestros amores que se ofrece como paraíso natural ante el cambio climático pero vive en el área central urbana.
JOSÉ A. SAMANIEGO. El diario Montañes
DESDE UN LUGAR SECRETO
El interés por la representación del
paisaje urbano, entendido este como un encuentro entre el caos y el orden en el
espacio límite y limitado de la ciudad es una constante que se observa en la
trayectoria pictórica de Fernando Bazeta (Bilbao 1965).
En las anteriores series de este pintor
ciudades como Bilbao. San Sebastián, Gijón o Paris han sido calibradas y
reflejadas intentando buscar miradas nuevas y ángulos diferentes dejando de
lado edificios emblemáticos y perspectivas manoseadas.
El acto más típico de un turista al que
le agrada una ciudad de la que quiere mantener un recuerdo es comprar una
postal con algún motivo típico representativo y comúnmente conocido como medio
de posesión o de aprehensión de lo vivido o por lo menos de lo visto. Y en este
aspecto, el repertorio de esos lugares está determinado por los sitios más
visitados y más mostrados en los medios de comunicación. Pero evidentemente,
esta acción premeditada y no tan meditada deja fuera de esos circuitos una
inmensa, cambiante, multifacética y sólida realidad.
Dentro de la practica pictórica repetir
ese mismo modelo de actuación, quedarse con lo ya visto, lo ya sabido, en
definitiva, lo conocido nos hace repetitivos, y alejándonos de los cotidiano
nos vuelve aburridos, nos impide avanzar tanto físicamente, en el propio
movimiento de andar, buscado nuevos
espacios como plásticamente, en el momento de manejar y mover un pincel por una superficie.
Por lo tanto parece que el autor, en su
interpretación pictórica de Logroño, pasea su mirada por esas zonas no tan
conocidas, no tan visitadas y considera acceder al ritmo de la ciudad desde un
lugar secreto, como a través de una mirilla donde poder observar cómo se
comportan los elementos de los escenarios que después de ser desmenuzados y
vueltos a componer aparecen en sus obras.
El título del primer cuadro de esta
publicación ya nos ofrece una pista y una advertencia sobre lo que vamos a
encontrar en las siguientes ilustraciones. "Desde un lugar secreto"
nos está marcando la pauta de su mirada hacia la ciudad, una mirada reflexiva
que busca sus matices reales, alejados de lo hiperbólico, de lo exagerado.
Y para conseguir este objetivo Fernando
Bazeta utilizada una técnica mixta de acrílicos, óleos, temperas y diversos
medios sobre papel Fabriano. Según sus palabras, el autor debe saber obtener de
cada medio, de cada procedimiento y de su adecuada combinación lo mejor que
ésta pueda ofrecer para crear un determinado efecto. En el camino habrá muchos
errores, muchas desviaciones que no alcanzan una meta, pero si al final, el
resultado perseguido se consigue, todo merece la pena. El atractivo de la luz
fría de una madrugada nevada o el movimiento continuo y acerado de una ventisca
solo son posibles de atrapar si miramos con franqueza sus particularidades y
con determinación los medios técnicos y materiales de los que disponemos.
Reproducir atmosferas creíbles,
luminosas y lejanas como en la obra "La tarde va cruzando el cielo" o
"Silencio. Nieva" sin duda alguna han requerido del autor una suerte
de alquimia pictórica presente en la materia visible del cuadro, es decir, en
lo que sucede sobre esa superficie más o menos plana –campo de batalla- donde
se mezclan los colores, donde se superponen las veladuras y donde todo acto y
movimiento acaba siendo una huella intuida o visible del acabado final. El
trabajo sobre las atmósferas y los contraluces, la representación de lo lejano
y de lo cercano, los detalles y las grandes manchas son solo recursos
pictóricos que se experimentan en la búsqueda de la captura de un determinado
momento.
No parecen las obras de esta serie alejarse
de la implicación emocional, sino que por el contrario se aproximan más a
interpretaciones subjetivas que dotan a lo representado de unas coordenadas
físicas muy reales, en un intento de asentar esa realidad sobre el mapa, sobre
la piel de la ciudad que es por donde se mueven ambos, tanto el creador como la
persona capacitada para percibir esa creación. Se nota que el grado de
credibilidad de las imágenes capturadas es un objetivo importante, ya que de
ahí el potencial espectador podrá extraer conclusiones, sentir sensaciones o
evocar momentos directamente relacionados con lo que ya ha visto o conoce pero de otra forma, acercándose
más emocionalmente a ese lugar, a esa
panorámica.
En definitiva, me gustaría concluir
esta breve reflexión, incidiendo en que es meritorio ser capaz de mirar nuestro
entorno inmediato, nuestro habitable mundo contemporáneo con una visión
entusiasta a la vez que romántica y porque no, esforzada, pero sin eliminar las
estrechas relaciones que mantienen en todo momento con la realidad, con la
tozuda realidad por la que caminamos todos los días.
Ainhoa Rodríguez
López
Profesora UPV/EHU
Pablo's Sala de Arte. C/ Canga Argüelles, 26. Diciembre 2010 y enero 2011
Empecemos por Fernando Bazeta, catedrático de la Universidad de Vitoria que alterna sus quehaceres docentes con la pintura. Nos ofrece una serie de vistas de Gijón, pintadas al óleo sobre tabla entelada o sobre papel Fabriano pegado sobre tabla.
Este pintor posee una técnica depurada, sabe empastar, se expresa muy bien a través del color, domina cielos y sus reflejos en el agua, difumina edificios en la lejanía o escondidos entre la niebla, le encantan las luces de tormenta y las aceras mojadas por la lluvia. Y ofrece panorámicas nuevas sobre Gijón con una mirada de gran angular, si utilizamos el lenguaje de la fotografía, que llega lejos y engrandece la ciudad. Aquí, Gijón parece Los Ángeles o Nueva York, si no fuera por los rascacielos de la gran manzana. Vistas de mucha profundidad, con variados términos, lo que permite al autor plasmar luces diversas y asentar sombras comparativas.
Pocas veces cierra la perspectiva con algún motivo pintoresco, como hace en la cuesta del Cholo. No se fija en los monumentos escultóricos de la ciudad, diluye el «Elogio» de Chillida, apenas da un toque a las chapas de Fernando Alba, elude «Nordeste» de Vaquero. También retrata la ría de Avilés y alguna de sus instalaciones industriales ya en decadencia o a punto de ser derribadas.
Entra así en la nostalgia de unas vidas y situaciones que han dejado una huella en la memoria pero empiezan a desaparecer de la vida real. Le toma el pintor el pulso a esta Asturias de nuestros amores que se ofrece como paraíso natural ante el cambio climático pero vive en el área central urbana.
JOSÉ A. SAMANIEGO. El diario Montañes
LOS CAMBIOS INVISIBLES
Muy temprano por la
mañana. Te despiertas, te levantas. Miras por la ventana como viene el día pero
no ves como es el día. Desayunas, sales del portal, avanzas por las calles,
cruzas plazas, dejas atrás jardines y sigues sin ver. Tal vez cojas el coche,
un autobús o un tren y el paisaje pasa a tu lado rápido y cambiante, pero no te
llama la atención. podrías estar ahí o a un millón de kilómetros. Posiblemente
te parezca el paisaje de siempre, monótono, aburrido, inmutable. Sigues sin ver.
Y así continua el día.
Y el día siguiente. Y el otro, y el otro.
Muy temprano por la
mañana. Te despiertas, te levantas. Miras por la ventana como viene el día... y
observas que el cielo tiene un tono gris acerado y que por el horizonte, sobre
los últimos tejados se aprecian unos trazos de azul claro. La luz tamizada por
las nubes blanquecinas cae suavemente sobre la calle y crea infinitos matices
de gris, penetra en las cosas y las dota de un tono especial y diferente. El
suelo mojado reluce y refleja el mundo con contrastes oscuros y plateados. Se
siente el final del invierno. Es un día como los demás. Es un día único. Estas
empezando a ver.
Desayunas. sales del
portal, avanzas por calles... que aún retienen el olor del frio húmedo de la
madrugada, cruzas plazas donde la luz juguetea sobre las baldosas y dejas atrás
jardines que chispean por las gotas de la lluvia de la noche que cuelgan de las
puntas de las hojas. Los leves y difusos rayos de un sol oculto dibujan sombras
en las ramas que ya muestran brotes de un tímido verde. Ya estás viendo.
Tal vez cojas el coche
o un autobús o un tren y el paisaje pasa a tu lado rápido y cambiante...
mientras tus ojos intentan atrapar detalles fugaces al otro lado de la
ventanilla, chispazos de color, el tono general del día, la intensidad de las
sombras. Nunca ha sido, es, ni será el mismo panorama, porque la realidad
visible siempre está en movimiento. Podrirás estar a un millón de kilómetros
del lugar en el que estas ahora pero es lo mismo, seguirías viendo porque ya
has aprendido a ver.
Fernando Bazeta
Gobantes. 2013.
miércoles, 15 de octubre de 2014
BIOGRAFÍA
BIOGRAFÍA
Fernando Bazeta Gobantes, Bilbao 1965
1985. Exposición Sala Lizardi, bilbao
1989. Seleccion y exposición en GETXO ARTE
1992. Selcción y exposición en ERTIBIL dentro del colectivo "Protomartir Taldea"
1994/1995. Cootdinador cultural Sala Henry Dunant, Bilbao
1994. Selcción y exposición en ERTIBIL
1989/2014. Profesor en el Taller de Artes Plasticas de Etxebarri, Bizkaia
1997. Doctor Apto Cum Laude en el Departamento de Pintura de la Facultad de Bellas Artes, Universidad del País Vasco, Euskal Herriko Unibertsitaea UPV/EHU
2005/2010. Jurado en el concurso de Pintura al Aire libre de Etxebarri, Bizkaia
1997/2014. Profesor titular en la Facultad de Bellas Artes y en la Facultad de Letras, Grado de Historia del Arte en la Universidad del País Vasco, Euskal Herriko Unibertsitaea UPV/EHU
2009 Exposición
individual en la Sala Pablo´s de Gijón 17-7-2009 / 6-8-2009
2010.Miembro del
jurado en el XI Certamen Goya de Pintura al Aire Libre. Bilbao
Exposición de Pintura Colectiva en el Aula de
Cultura de Getxo, (Bizkaia). 25-1-2010 / 5-2-2010.
Exposición individual en la Sala Pablo´s de
Gijón 6-8-2010/26-8-2010
2011.Exposición itinerante
"Vacas". Bilbao, Basauri, Gernika y Barakaldo.
2012.Miembro del jurado en el XIII
Certamen Goya de Pintura al Aire Libre. Bilbao
Exposición individual en la Sala Pablo´s de
Gijón 19-7-2012/3-8-2010
2013. Exposición individual en la Sala Pablo´s de
Gijón
2014. Exposición individual en la Sala Pablo´s de
Gijón
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